Por un mundo de iguales



Entré al hotel buscando a una amiga que participaba en ciertas Jornadas de Filosofía. Distraída, me asomé a un salón de conferencias donde se desarrollaba algo desconocido para mí. Pero más bien debería decir que me caí ahí, en ese salón alfombrado y acondicionado, como en un pozo.
El conferencista, un verdadero profesor, tenía algo apenas perceptible que me capturó: además del traje negro impecable, usaba delineador. Y el discurso trataba sobre política sexual, dado que la revolución se pelea en ese campo.
Estaba resumiento el programa de ciertas autoras lesbianas inglesas, que proponían más o menos lo siguiente: El sexo ha sido siempre una relación de poder. Esto está bastante documentado como para que no haga falta ni reflexionarlo aquí. Sin embargo, es posible acabar con eso. ¡Y es tiempo de acabar con eso!
¡Hay que excluir el poder del sexo! ¡Basta de activos y pasivos, basta de penetradores y penetrados! Es preciso democratizar el sexo. Y la naturaleza ofrece lo necesario para este programa: el culo.
El culo es el único órgano democrático de goce. Por lo tanto, todos deberíamos practicar, democráticamente, sólo y exclusivamente: sexo anal con implementos. ¡Basta de penes y vaginas, herramientas perimidas de una sexualidad victoriana!
La conferencia terminó con un cerrado aplauso. Observé extrañada al público que se ponía de pie; tenía el clásico aspecto timorato de los ambientes académicos. Caminé estupefacta por el hall del hotel donde mi amiga me esperaba recostada en un sofá.
- ¡Hace media hora que te espero! –protestó.
- Me caí del mundo... –intenté explicarle.
- Te colgaste, querrás decir...
- No, de verdad, te juro. Me parece que hace varias décadas que me caí del mundo...
Mi amiga no me permitió un solo divague más. Me empujó hacia la calle. Estábamos apuradas.
Afuera, entre el tráfico, me sentí un poco mejor. Me tranquilizó saberme rodeada por varios millones tan obsoletos como yo, apegados a nuestros viejos y mezquinos esquemitas sexuales. Claro que allí, en la multitud, es donde se refugian los retrógados cuando no encuentran un mejor argumento para defender su posición.

Posted by Hello

3 comentarios:

reuben dijo...

Fuistes a buscar respuestas a unas Jornadas de Filosofía y mirá con lo que te encontrastes... Me hicistes acordar a la película Terciopelo Azul, en que el protagonista va a buscar al autor de un crimen y se encuentra complicado en una situacion de sadomasoquismo/ voyeurismo/ exhibicionismo (o más que complicado, implicado, no sé porqué cambié la palabra).
Este es un mundo extraño...

T O N T A M E N T E dijo...

Esos tipos definitivamente están del culo...
Como diría un amigo mío "Que se hagan un enema de talco y se tiren un pedo fantasma!"
Saludos,
Diego B

pequeño ofidio dijo...

Sí, "implicados" es una buena palabra para definir la situación. Y el clima de terciopelo azul da en la tecla. No quiero ni pensar lo que podría haber encontrado en la alfombra en lugar de una oreja...
El pedo fantasma está un poquitín homofóbico, ché. Pero efectivo.