El fuentón flotante

Llovía torrencialmente. El patio se cubrió con casi diez centímetros de agua. Un fuentón azul pasó flotando frente a la ventana en plena madrugada. Yo seguí su trayectoria con cierta aprehensión. La luz parpadeante de los relámpagos tenía un halo angustioso. Un recuerdo lejano vino a mi cabeza.

Yo era chica y era la siesta. Un temporal vaciaba cortinas continuas de agua sobre las ventanas mientras yo veía dibujos y mascaba aceitunas en la sala grande. Finalmente el patio se inundó. El agua empezó a entrar por la puerta formando una gran laguna que se desplazaba lentamente hacia la sala.

Entonces corrimos, mis hermanos y yo, a buscar los lampazos. Empezamos a sacar agua de la sala desviándola hacia el lavadero. Pero seguía entrando a raudales. La batalla se mantuvo empatada largo rato. Mientras tanto, mi padre se había recostado en el umbral y contemplaba la escena muerto de risa.

En algún momento su presencia burlona se hizo irritante. Nos detuvimos y lo contemplamos interrogativos.
- Y si llueve dos o tres días, ¿qué van a hacer? –preguntó él divertido.
- ¿Y qué sugerencia mejor tenés vos? –respondimos desafiantes.
- No, no sugiero nada. Estoy tratando de compreder cual es el problema que ustedes intentan solucionar con tanto esfuerzo. ¿Qué puede pasar si el agua llega a la sala? ¿Piensan que le va hacer mal a las baldosas?
- Pero, viejo... ¡No ves que es un barrial! –argumentamos.
- Ajá... El problema es el barro... –reflexionó cada vez más divertido-: ¿ustedes sospechan que el barro pueda ser tóxico?

No sé porqué, ese recuerdo funcionó como una verdadera liberación. Apoyé la cara contra el vidrio y observé con júbilo el curso vacilante del fuentón azul hasta que se hundió en la oscuridad.


4 comentarios:

Bob Chow dijo...

Santos Recuerdos Liberadores zurita!

Che pero está aneda andá a contarla en Rosario. Todo es dosis, ahora si tu viejo se sigue riendo arriba del techo de la casa tapada por agua hay que hacerle el bronce.

pequeño ofidio dijo...

Si, mi viejo se sigue riéndo arriba del techo, claro, se ríe mientras se sienta arriba del televisor y apoya las patas en la computadora.

pequeño ofidio dijo...

Sigo atenta tu blog, solo que meter un comentario se me hace más complicado que pedirle fuego al camión de bomberos cuando pasa raudamente por la esquina.

reuben dijo...

Es cierto, el agua tiene algo de imprevisible, de incontenible. Es algo que puede atraerte y a la vez resultarte siniestro.