Todos los costes de la investigación, juicio y ejecución recaían sobre los acusados o sus familias. Las dietas de los detectives contratados para espiar a la bruja potencial, el vino para los centinelas, los banquetes para los jueces, los gastos de viaje para traer un torturador más experimentado de otra ciudad -si es que la bruja no confesaba-, y los haces de leña, el alquitrán y la cuerda del verdugo. Además, cada miembro del tribunal cobraba una gratificación por bruja quemada.

Sin embargo, al final del proceso se podían esperar dos formas de clemencia. Si el verdugo era misericordioso, podía ahorcar a la bruja antes de encender la leña, o bien, colgarle un saco de pólvora al cuello.


*
La señora tenía arrinconado a un grupo de unos quince muchachotes y gritaba como un coronel:
- ¡Me dicen bruja, me dicen puta, me dicen loca! Pero vieja: ¡Nunca!









Ayer me tocó caminar una cuadra detrás de una mujer y su perro. Al principio solo percibí que ella le hablaba todo el tiempo. Después el tono de su voz, como el zumbido de un termitero, me llamó la atención. Apuré el paso para pescar algo de la conversación. Ella iba diciéndole al perro:
- Pero, ¿ves? ¿Ves que sos estúpido? Si caminaras derecho no pasaría esto...
- ¿No podés ir cerca de la pared? ¿Es demasiado complicado para vos?
- Siempre lo mismo, ché. Es al pedo: no tenés cerebro.
El perro caminaba torpemente a su lado y bajaba tanto la cabeza que era imposible que viera hacia adelante.

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Tengo una amiga que me preocupa. La semana pasada me habló unas quince veces del último disco de Shakira: "Oración Fijal". Yo no le había dado cinco de bola hasta ayer, que vi el disco en una vidriera. Se llama: "Fijación Oral".

Desde que me gusta la disciplina, no me queda más remedio que portarme peor... jeje...


Descubrí la gramática de los diez mandamientos. La segunda persona es inexorable: "Tú, maldito miserable, tú, no mentirás" Nada de reflexiones morales, ni reglas, ni deberes. "Es una orden, imbécil: no codiciarás."

Mientras tanto, gracias al Señor, todos los que no sean mentirán como beduinos y codiciarán alegremente. Hip!


De pronto un día mi ex media naranja empezó a hablar de "sus necesidades". Me desorienté. Me exprimí los sesos tratando de dilucidar qué podía tener que ver yo con "sus necesidades" (a no ser que fueran sexuales, claro, pero eso no parecía).

Desesperada al fin, le pedí que especificara "sus necesidades". Fue un error. El empezó a chillar que necesitaba ternura, comprensión, contención, acompañamiento, atención... Entonces me largué a llorar a los gritos. Ya iba por la quinta necesidad incomprensible. Era demasiado para mí.

Me volví a mi cucha como un perro rengo. Inútil, incompetente, descerebrada -me decían las macetas-. Estúpida, fea, mala -me decía el bicho muerto-. Incapaaaaazzzz! -me gritaban los cubiertos-. Ya había decidido que el alcoholismo era la única solución, cuando sonó el teléfono.

Levanté el tubo con aprehensión, pero era solo mi abuela:
- Nena, ¿vos me llamaste ayer?
- Sí. ¿Porqué no contestabas?
- Ay, disculpame, hija, pero me pasé todo el día en el baño. Y no hubo caso, ché. Hace cuatro días que no puedo hacer mis necesidades...

En ese instante una llamarada de luz estalló en mi cerebro: "¡Sus necesidades!"

- Guau, guau, guauuuuu....

Los ladridos se escuchan otra vez por la ventana y yo empiezo a temblar sin saber qué hacer. No sé qué quiere. No sé qué le pasa. El perro se pone frenético y yo no sé cómo aplacarlo. Le tengo miedo.

Hace un par de semanas se me ocurrió tirarle un pedazo de carne y descubrí que eso funciona. Por un rato. Unos minutos de alivio.

Pero el rato cada vez es más corto. Hace falta cada vez más carne. Pronto tendré que cortarme una pierna.

Mañana voy a observar su masticación desde la ventana, de pie, como un hermoso flamenco rosado.