Estamos rodeados. Son seres que parecen normales. Te sonríen afablemente, quizás hasta viven a tu lado. Nada los distingue del resto, excepto una lógica inapelable y escalofriante que excretan en momentos claves. Cuando uno aprende a detectarlos comprende que, frente a ellos, estamos desamparados.

Acá van los tres que descubrí esta semana:

- "Es verdad, cuando el viejo estuvo en terapia intensiva yo no pude verlo. ¡A mí nadie me comunicó el horario de visitas! Es así... Yo estoy siempre al pie del cañón, pero ellos me dejan afuera..."

- "No, no y no. ¡Yo jamás me distraje! Fue la boluda de mi mujer que justo me llamó por teléfono."

- "A mí no me gusta mentir. Pero si no van a estar de acuerdo conmigo, no me dejan alternativa".

Sí. Creo que estamos perdidos. Solo queda postrarse en reverencia ante ellos.

Yo tengo paciencia con las alucinaciones, doctor, mucha paciencia. Pero igual me parece que esas pastillas que me da funcionan en la dirección equivocada.

Mire, le doy un ejemplo. Ayer hicimos un asado para festejar mi recuperación. Estaba perfecto. Mi viejo sirvió unos chinchulines, y de pronto aparecen de nuevo las voces. Justo en el momento en que clavaba el tenedor. ¿Y sabe lo que decían?: "Pinchas la tripa y salta mierda."

Eso decían. ¿A usted le parece? Yo tengo paciencia, pero no se puede aguantar todo. Es una falta de respeto, Doctor. Insisto en que las pastillas están equivocadas. En vez de calmarme a mí deberían calmar a los hijos de puta de las voces.














Cumbre Familiar:

En la sala de espera de la maternidad. Cerebro de 6 años a full:
- Yo no sé para qué los tíos quieren tener hijos. ¡Son demasiados problemas!
Madre con el corazón encogido:
- Hijo... ¿Vos acaso pensás que sos un problema para nosotros?
Cerebro a 6.900 rpm:
- ¡Eh! ¡Mirá! ¡La máquina también vende papas fritas!

Cumbre Social:
Pronto cumpliré una cantidad escandalosa de años. Prometí hacer una fiesta, porque la única manera de pasarlos será en pedo. Estoy pensando que quizás la única manera de vivir de ahora en adelante sea en pedo.

Cumbre Intelectual:
Border me recetó una combinación de productos de limpieza infalible para la bañera, pero me los olvidé a todos.


Los moralistas son una especie humana de una imaginación particularmente desorbitada. Francisco de Sales, un maestro en el asunto. Su parámetro sexual: ¡los elefantes!

Con gran admiración Francisco relata que los elefantes nunca cambian de hembra y aman tiernamente a la que escogen. Son bestias pudorosas, afirma, que solo lo hacen cada tres años y escondidos para que nadie los vea. Pero una vez que empiezan, se pasan cinco días completos haciéndolo sin parar. Después van a lavarse al río. No vuelven a mezclarse con la manada hasta estar bien limpios.Con un entusiasmo enternecedor, Francisco asegura que los elefantes son más bellos y honestos que los humanos.

Ah... Francisco, Francisco. Cuánta pasión de hormiga. Con paciencia y saliva...

Nadie se quiere morir.
Pero la verdad, seamos sinceros.
A la mayoría tampoco le gusta mucho vivir.


He metido la pata de un modo tan ostensible que ando por la vida con una marca horrible y fosforescente en la cara. Las respuestas que provoca tan bochornosa cicatriz, sin embargo, me parecen como estéticamente mezquinas.
El dedo acusador, la sanción, el desprecio, se disuelven en unas frasesitas poco dramáticas:

- Y... vos sabrás...
- No sé... no tengo opinión...
- Y bueno... Si te duele tendrás que hablar con quién corresponda...

Protesto enérgicamente. Si los reproches vienen con tan poca carne en el asador: ¿qué se puede esperar del infierno? ¡Carne chamuscada! ¡Quiero olor a carne chamuscada!