"Quite an experience to live in fear, isn’t it?
That’s what it is to be a slave"












Lo dice Roy, el replicante de Blade Runner, antes de morir. Pero podría haberlo dicho Mirna, una paranoica de carácter que tuve la breve fortuna de conocer.
Soy testigo: ella hizo todo lo humana e inhumanamente posible para librarse de las fuerzas malignas que le enajenaban el alma y el cuerpo. Llegó hasta la locura en su resistencia. Se hizo enormes cortes para ahuyentarlas de su cuerpo. Pasó cinco horas diarias en el gimnasio, a toda máquina, tratando de no pensar ni sentir. Hasta planeó secuestrar a un psiquiatra para obligarlo a liberarla. Nada funcionó.
Yo hubiera querido suplicarle que parara de una vez esa guerra. Que se dejara vencer, que se dejara hacer. Pero ella no era así. Era exigente. Un caballo que no se deja domar. Quería que eso la soltara ya mismo, y nada más.
Este último martes Mirna se plantó en el medio de las vías. Estoy segura de que lo planeó con cuidado. Imagino que miró al tren de frente y esperó el golpe con firmeza, sin mover un músculo.
Mis respetos, sombrero en mano, querida Mirna. El miedo te va a extrañar más que yo.

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