Estaba esperando el colectivo en la esquina. Hacía calor. Una pareja pasó delante mío, esperó el semáforo y comenzó a cruzar. En medio de la avenida la chica se detuvo. Tomó impulso y le pegó un sonoro y escandaloso chirlo en el trasero a su acompañante. El tipo debía tener tres veces su volumen. Se dobló y gritó algo incomprensible levantando los brazos al cielo.
Yo me empecé a reír, divertidísima, mientras la pareja llegaba a la vereda opuesta. Me reí sin precauciones, ya que estaban lejos. Entonces un sujeto salió de la nada y pasó detrás de mi. Me dio un chirlo en el trasero. Y siguió caminando con paso de murga, muy divertido.
Me puse en puntas de pié y tomé aire para gritarle. Pero no supe qué. Dobló en la esquina.
Me quedé sola y asombrada, junto al poste de la parada, mientras un viento fuerte e imprevisto invadía la calle vacía. El aire se llenó de papelitos voladores y del sonido sordo del follaje.
Al vuelo
Publicadas por pequeño ofidio a la/s 7:26 p. m.
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