Su madre cocinó para él, devotamente, año tras año. Para él el puré más sencillo llevaba torres de roquefort, las pastas se rellenaban a mano con seso y almendras, los frutos de mar se derramaban de las ollas. Todos los días lo esperaban grandes tortas de frutillas con crema.
Al fin se independizó.
Su mujer lo amó devotamente año tras año. Hizo todo para complacerlo. Estudió los secretos de las geishas. Se disfrazó de esclava y de dominatriz. Lo esperó con cuatro grandiosas prostitutas de rodillas en la cama.
Al fin notó que la celulitis la cubría y se retiró discretamente.
Sin embargo, cuando su hijo de catorce años fue nominado para la Academia de Ciencias, ya no lo soportó. Simplemente le pulverizó el cráneo a martillazos.
Los muchachos de Devoto le dieron palo pa' que tenga, con mucha dedicación, año tras año. Cada tanto se lo veía sonreír con la cara deformada.
Inescapable
Publicadas por pequeño ofidio a la/s 4:06 p. m.
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