Cuando alguien dice que el fin de semana fue brutal, por lo general se evoca un tostado resplandeciente, lentes de sol y chicle de mentol en la boca que dice: "¡Ay, no sabés que fin de semana brutal!"

A mi no toca nunca. Cuando un fin de semana se pone brutal conmigo, se lo toma muy al pie de la letra. Me atropella, me veja y me enajena. Hace alarde de brutalidad.

El lunes me tira de un auto en movimiento, a la entrada de un hospital.

0 comentarios: