Hoy sentí unas ratas que me caminaban por el estómago, del lado de adentro claro, juntando hambre antes de empezar la fiesta.

En ese momento me di cuenta de que llevo semanas esforzándome por hacer algo bien. Como tratando de cuidar las cosas, de devolver las gentilezas, y todo eso. Ando, vamos a decirlo de una vez, como un perro agradecido por los doguis.

Entonces me esfuerzo por omitir las crueldades innecesarias, las sentencias innecesarias, las chicanas, los ataques de cinismo, la provocación, y todas esas manías innecesarias que tengo.

Pero hoy las ratas me advirtieron. Si vamos a suprimir lo innecesario, ellas están preparadas para ocuparse de mi. Ni hilachas de tendones sobre los huesos van a dejar.

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