Sobrevivo como un gusano atrapado en el barro de una maceta. Y cada mañana agradezco devotamente la maceta. Porque me he librado para siempre de las cosas más terribles.
Me he librado, por ejemplo, de las pendejadas del amor y hasta de los feos terrores de la eternidad. Me he librado incluso de la desesperación.
¿Y ahora, por dios? ¿Ahora qué? ¿Qué clase de vida se vive sin terrores? ¿Qué fantasma sediento es este que gira y gira como un globo sin el impulso de la desesperación?
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