La vida se desliza mansamente hacia ninguna parte.

Mientras tanto, los verdaderos asuntos se mantienen en potencia. Más o menos como Walt Disney, congelados para un futuro impracticable, pero se mantienen. Verdaderas potencias.

Hablo de ese momento que todos conocemos. Cuando Brad Pitt cae de rodillas ante nuestra irresistible belleza. Cuando hacemos cuarenta y ocho goles en un mundial. O cuando se la damos por el culo, gritando en sioux, al Gran Jefecito... Jejejé... Sí, todos lo conocemos...

Así es. El momento Kodak cuidadosamente guardado en cada alma, visto a la luz del sol, parece gracioso.

Pero, pensándolo bien, no tiene gracia. No tiene ninguna puta gracia.


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