En la sala de espera de un consultorio me encontré cara a cara con Facundo Arana mirándome intensamente desde la mesita de las revistas: "Soy apasionado", decía el encabezado. Me recorrió el escalofrío de la desubicación. ¿Apasionado?, me pregunté y con eso abrí la puerta del desastre.
El bicho muerto empezó a chillar en mi cabeza, ensordecedor, en el silencio de la sala inmaculada. “¡Imbéciles!, gritaba, ¡Imbéciles rematados!”. “Milenios de civilización trabajando para dominar las pasiones: ¡y los imbéciles pretenden ser apasionados!”. “A las pasiones hay que despedazarlas, molerlas bien molidas y hacerlas picadillo. Después las untás en el pan y recién ahí son comestibles”. “¡Y estos tipos me quieren hacer tragar su pasión como si fuera caviar! ¡Cómo si la pasión pudiera distinguir un buen vino, como si pudiera disfrutar de un acorde perfecto!”. “¡Basuras! ¡A la hoguera con todos ellos!”
En ese momento la secretaria del dentista asomó la cabeza y repitió mi nombre. Me puse de pie estrujándome las manos. El bicho muerto me pone muy nerviosa. Me aterrorizó pensar en afrontar el torno sobre las muelas y sus chillidos entre los parietales al mismo tiempo. Así que mientras esperaba que la anestesia me hiciera efecto me empeñé en encontrar alguna idea capaz de tranquilizarlo.
Justo a tiempo me vino a la cabeza un párrafo de Salman Rushdie. Al Moro le gustaba tanto hablar, disfrutaba tanto de una buena conversación, que a veces se veía abochornado ante sus interlocutores por una ostensible erección.
Entonces el bicho muerto se rió y se calmó en el acto, completamente satisfecho.
La buena conversación
Publicadas por pequeño ofidio a la/s 12:55 a. m.
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2 comentarios:
zura, bueno este, pero censuraste otro que no estaba malo y que queria leer un poco mejor, todo bien?
Bueno, ¿qué es eso del "bicho mort"? lindo nombre para un pub :"El Bicho Muerto"
muy bien, muy bien, sigo leyend
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