Mi tío se está volviendo loco. Tratamos de escucharlo con paciencia, pero no es facil. Durante los últimos seis meses dedica las largas visitas que nos hace a relatar con gran angustia la problemática de sus animales. El tiene una pequeña finca a las afueras de la ciudad, un pequeño paraíso, dónde cada vez se le hace más difícil vivir. Viene a casa como suplicando que lo rescatemos.
Tiempo atrás pudo ver a su conejo -su mascota preferida- montado sobre una gallina con evidentes intenciones sexuales. Una de las perras, de más de 14 años, padeció un embarazo psicológico, que incluyó secreción de leche. Tiene además un mono, criado en estado salvaje en los árboles, que ha demarcado su territorio y lo enfrenta cada vez que intenta dirigirse hacia esa porción de su finca. Las pocas veces que se atreve a adentrarse en el territorio del mono, este se desplaza entre los árboles sobre su cabeza defecando y orinando sobre él.
Pero lo que más lo angustia, lo que lo trae a suplicarnos que le permitamos dormir en el sofá porque ya no puede soportarlo, es el comportamiento de sus dos cachorros más jóvenes. Un dálmata y un manto negro, que juegan a embestirse. Toman distancia, unos cien metros, y corren enloquecidos uno hacia el otro hasta estrellarse cabeza contra cabeza. Ayer ambos quedaron inconcientes durante diez minutos.
El Paraíso del Tío
Publicadas por pequeño ofidio a la/s 11:09 p. m.
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1 comentarios:
muy bien zura, yo cuando sea grande voy a ser como tu tio!!!
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