Alguien se soltó del último hilo que lo retenía entre nosotros, los libres del mundo. Me apena decir que no volverá.

Es alguien que se rindió. Alguien que, agotado de todo, se abandonó a sus deseos. Deseó y cayó en espiral hacia el último chiquero del rechazo. Alguien que entregó la ropa y la bandera. Y así, vencido, desposeído, apaleado, mendigó. Se humilló y se regaló.

Es alguien que ya no es dueño de nada. Alguien que no es dueño sí mismo. Alguien que, revolcándose en el barro más oscuro, terminará por reírse de nosotros.

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