La nena me preguntó a quemarropa, sin separar la vista del tele:
- Ché... ¿Qué es el tiempo?
- Ahora voy a preparar unos pochoclos -dije para distraer-, después hablamos.
Zamarreando la sartén pensé:
- Caramba, ¿y qué es? ¿una categoría de la razón? ¿un método de la mente para organizar la experiencia? ¿una dimensión del espacio?
- Callate, bestia... -murmuró algo en el hemisferio izquierdo de mi cerebro.
- Claro, claro -pensé, oyendo estallar los granos de maíz pizingallo.
- Bueno, ¿y..? -la vocita infame me había perseguido hasta la cocina y me sobresaltó, así que le respondí lo primero que se me vino a la cabeza:
- Mirá nena, el tiempo es lo que hace que todo sea irreparable: ¿Ves este pochoclo? Una vez que reventó es irreparable, nunca más va a ser un maíz. Y cuando te lo tragues ya nunca más va a existir. Y así con todo en el universo. Todo es irreparable. ¿Te quedó claro?
La nena me miró un momento con instensidad extraña. Yo iba a empezar a retractarme del exabrupto cuando le vi un brillito en los ojos.
Era una sonrisita casi imperceptible que brotaba de lo más hondo de su cerebro. La sonrisa más enigmática que he visto en mi vida. Se comió hasta el último pochoclo viendo el club winx.

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