Estoy tan dolorida que no soy yo. Tengo la cara deformada.

Voy a todas partes con un frasquito de vidrio donde guardo los dientes molidos. Lo sacudo para que hagan ruidito. Abrazo el frasco como si fuera un bebé.

Tengo que ser cuidadosa. Si muero hoy nadie reconocerá el cuerpo.

1 comentarios:

Santaluchia dijo...

Mis respetos para usted doki. Poder expresar el dolor en su brutalidad es tarea difícil para una santita, usté ahí, nada como un pez.
Quizás la utilidad sonora, bagüalera, casi de lamento borincano, de la dentadura molida, pueda servir de ruta para atravesar el dolor, más que andar pegando tarascones por ahí.
Sepa usté que esta santita, devota de nadie, la espera a la vuelta del kilómetro 700.