Pero con dignidad...


Bastante harta de mí misma, me dije:
- Bueno, querida... Un poco de dignidad, caramba...
Lo único digno que se me ocurrió fue ponerme a estudiar. Maldita la hora...

La "dignidad" tiene origen jurídico -me explicó uno que hablaba como el bicho muerto-. Para los latinos, dignitas indica el rango y la autoridad que corresponden a los cargos públicos.

Más tarde, cuando el poder político se estableció a perpetuidad, la dignidad se emancipó de su portador corporal. Hasta tal punto se separaron la dignidad del dignatario que, al morir el rey, se organizaban grandes funerales dobles. Una imagen de cera, que representaba a la dignidad, recibía cuidados médicos, unciones, y vestimentas en paralelo al pútrido cadáver humano.

Al revés, la moral actual, termina separando la dignidad del cargo. Así llegamos al punto en que la "dignidad" pesa sobre millones de miserables. A nosotros se nos pide que nos portemos como príncipes mientras vivimos como animales.

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