"Oh, Señor, nosotros no somos de esos que se lavan con vino, agua, orina, vinagre, aceite, ron de laurel, leche, cognac y ácido bórico."
"Oh, Señor, nosotros somos los que nos lavamos con la sangre del Cordero."
El Rvd. Borde sufre. Afirma que su destino es permanecer en el agujero. Si está allí es porque se lo merece, y su agujero lo define: él ha de ser consustancial a su miseria.
Yo admiro el Dios que se esconde en sus lamentos. El que sabe lo que merecen sus criaturas e imparte justicia.
Mientras, yo me reduzco a las sentencias de un Dios de cortas miras, que no sabe una jota de justicia.
Mi Dios es lo más parecido a una cotorra que repite mecánicamente tres frases sin sentido. Y yo debo obedecer.
Publicadas por pequeño ofidio a la/s 10:02 p. m.
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