conciencia



Hacía frío y no había estrellas. Tenía una hora por delante. Di el primer paso sobre el asfalto mojado y me asaltó, sorpresivamente, una implacable conciencia de mí misma. Fui conciente de que, en ese instante, nadie a mi alrededor era tan conciente como yo.
Entré al bar. El mismo bar de todos los miércoles. En el acto fui conciente de cada uno de los presentes. Sus expresiones, sus posiciones, el grado de abandono de sus cuerpos. Fui conciente de mí misma, de mi propio cuerpo en el espacio y de la pena que lleva impresa como marca de ganado. Y fui conciente de que ninguna otra conciencia lo regristraría.
Hacía frío, olía a café, se pronunciaba el saludo de rutina. Fue raro. Por unos momentos fui conciente, extremadamente conciente, hasta el límite de la hipersensibilidad, de la ausencia de dolor.


Posted by Hello

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