Aquella bella depresión perdida...



El mes pasado, después de varios años sin verlo, me encontré con Salinis. Lo arrastré al primer bar que encontré. Me alegraba mucho encontrarlo. El tipo era el Kwai Chang Caine de los depresivos. Su mundo era un verdadero salitral. Vivía rodeado de botellas vacías ginebra, en una casa donde la mampostería caía de improviso sobre las cosas, y caía para quedarse donde había caído por décadas.
- ¿Cómo andás? -le pregunté con nostalgia. Ansiaba volver a escuchar uno de aquellos deliciosos y tristísimos discursos sobre la vacuidad de la vida. Yo los adoraba...
- Acá ando –respondió él, muy suelto de cuerpo-. Bastante normal desde que no puedo hacer más trampa...
- ¿Cómo..? –pregunté desorientada.
- El año pasado me di cuenta de lo facilongo que es el yeite ese de la depresión. Y realmente le perdí el gusto.
- ¿Yeite?!!! –me asombré tragándome unas lágrimas de decepción.
- Vos me conocés, zurita, ¿qué te voy a contar? Vos me viste haciendo el mismo truco durante veinte años. Cada vez que no le encontraba el agujero al mate, salía airoso con la sentencia: Nada tiene sentido... Es un buen truco. No te voy a negar los servicios que me prestó. Sobre todo muy elegante, ¿no?
- Y... sí... -balbucié
- Y además yo era bueno en eso, ¿te acordás? Era capaz de pasar semanas enteras tirado en la cama demostrando que el mundo es un lugar contrahecho, un verdadero suplicio para espíritus sensitivos y delicados como yo... Estaba bien... Realmente funcionaba... Pero cuando sacás el mismo conejo de la misma galera por vez número 787.084, te das cuenta de que ya no tiene más gracia...
Se hizo un largo silencio.
- ¡Caramba! -dije- ¡Me sorprendes! ¿Y entonces qué? ¿Le encontraste al fin el agujero al mate?
- ¡Noooo! ¡Qué va! Tengo varias docenas de mates alineados en la biblioteca esperando turno... La verdad que era grandioso tener un universo completo por problema... Una puta colección de mates no tiene ni medio glamour... Tendría que inventar algún truco nuevo... Pero no se me ocurre nada....
Suspiramos juntos frente a nuestras respectivas tazas de cortado. Nos miramos larga y tristemente. De pronto ya no teníamos nada más que decir. Nos despedimos con muchas formalidades, como dos completos desconocidos.
Ah... Salinis... Sin duda merece un homenaje mejor que este pobre post de esta estúpida mujercita.


Posted by Hello

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