INdiferencia



Un amigo del alma, un viajero digno de Enrique Brecchia, digámosle Federico, pasó la semana en casa. Me dejó cierta preocupación, porque a veces los sucesos se encaprichan en hacerme entender algo. Entonces no paran de suceder casualidades hasta que capte la idea. Sucedió así:
El viernes por la noche, mientras Federico cebaba mates zambullido en la Rolling Stone, me encontré en el MSN con mi amigo en Barcelona. El amigo en Barcelona es como el desodorante: todos tenemos uno. El mío es el clásico artista militantemente gay.
Tras comunicarme tres novedades me lanza de repente:
- Bueno, contá.
- ¿?
- Dale, no te hagas la misteriosa... ¿La estás poniendo seguido?
- ¿Poniendo????
- ¡Ay, claro! ¡ahora te me hacés la refinada...!
La conversación se volvió confusa y finalizó de golpe cuando mi amigo cortó ofendido por mi “rigidez”.
Yo me encogí de hombros, ciertamente distraída, y pasé a otra cosa.
A la mañana siguiente tenía media hora libre y me senté en el bar a leer un rato. Antes de irme tuve que pasar por el baño de damas. Allí me esperaba, agazapada, otra perplejidad. En la puerta había escrita una invitación a una oscura fiesta lésbica, con número de teléfono incluido. Tenía la siguiente frase de remate: “Te sacamos la milky”.
La piedrita del desconcierto volvió a rebotar en mi cabeza. Pero así y todo seguí mi camino sin comprender.
Por la noche, justo a la medianoche, mientras escuchábamos música y jugábamos al Scrabel, Federico abrió la botella de Hesperidina. Entre letra y letra me contó una pequeña porción de sus desamores:
- El problema es que no me siento identificado. No sé bien cómo es. A veces tengo la sensación de que no son como yo. Y entonces, realmente, no me interesan...
- Ahhhh.... –dije mientras se me caía la mandíbula presa de un dificultoso proceso de asociación mental-: ¿No le encontrás el gusto a la diferencia? ¿Te seducen tus iguales? Pero, ¡claro! ¡Con razón sos gay!
Federico abrió los ojos como platos, pero me escuchó con paciencia mientras le contaba atropelladamente los incidentes que me habían desorientado en las últimas horas:
- Qué despistada que soy –concluí-. Recién ahora entiendo. El gallego dice que yo “la pongo” y las lesbianas se sacan la “milky”... ¡No son personas a las que le gustan otras personas de su mismo sexo! ¡Simplemente no distinguen sexos! ¡Ni siquiera reconocen la diferencia anatómica!
Bajo los efectos de la Hesperidina, le dirigí una confusa mirada de interrogación sobre mi descubrimiento.
Federico me contempló a mitad de camino entre la burla y la benevolencia:
- Bueno, Zurita –sonrió-. Si fuera tan simple...


Posted by Hello

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