El Peligro



Esta tarde me senté en el café de costumbre de un modo brutalmente diferente. La moza de siempre me acercó el cenicero y un café doble, pero las manos me temblaban al punto que no podía fumar, mucho menos levantar la taza. Acababa de provocar un verdadero desastre en mi lugar de trabajo. Un desastre totalmente previsible, un desastre de una estupidez tan enorme que quedé aterrorizada de mí misma.
Mientras la cucharita tintineaba contra mi voluntad en la taza descubrí que lo peor todavía no había pasado. No fue el riesgo físico que corrimos durante dos horas (ah... si no fuera por el secreto profesional). Lo peor era la pregunta insoportable que parecía decidida a perseguirme hasta la tumba: “¿Qué hice? Por dios, ¿qué hice?”.
No puede terminar el café. Tuve que tomarme un taxi porque no confiaba en mis piernas para llevarme a ninguna parte. Llegué a casa, me bañé, me comí un chocolate y puse Chico Salem. Prendí la computadora. Pero la pregunta insiste. Se presenta sorpresiva e insidiosa aproximadamente cada dos minutos: “¿Qué hice?”
Es una pregunta retórica. Ni siquiera puedo alegar que no me di cuenta de lo que hacía. Sabía que era peligroso y supe de antemano que iba a fallar. Sin embargo ni siquiera llegué a dudar. Obedecí las órdenes que se me impartieron de un modo tan elemental que no voy a parar de temblar por varios años.
Que nadie diga que no lo advertí. Cuidado conmigo. Soy una persona realmente peligrosa.
Posted by Hello

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