No sé porqué ostento este doctorado, si nací para ser la esclava perfecta.

Tengo un pequeño almohadón que me permite permanecer de rodillas sin una queja.

Obedezco cualquier capricho con la devoción supersticiosa de una salvaje.

Hay ciertas humillaciones que considero los mejores halagos.

A cambio de toda sumisión, sólo pido que me cuenten un cuento cada tanto. Y entonces sé mover la cola y jadear de gratitud.

Sin embargo paso la vida bajo una lámpara, dedicada a la ciencia.

La obediencia ni siquiera existe cuando no hay amo que sepa lo que quiere.

0 comentarios: