Hay que cuidarse de los grandes pensadores.

Era San Agustín, si mal no recuerdo, el que concluyó que la corrupción conduce al bien. Indiscutible. Una vez que algo se ha corrompido por completo, lo que queda al final, es, seguro, incorruptible.

En las antípodas, el solitario Satie pensó cosas casi tan raras como San Agustin. Inventó su Música de Mobiliario, que se toca para que nadie escuche. Y escribió "para no ser leídos", en sus Cuadernos de un Mamífero, cosas así:

"En los márgenes del río
un viejo mangle lava lentamente sus raíces,
repugnantes de suciedad.
No cae la noche."

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