Hace un par de días me levanté con la sensación de ser una extraña. Como si de pronto fuera rubia, arquitecta o un metro y medio de cable. Una experiencia bastante incómoda.

Se me vinieron a la cabeza unas afirmaciones medio drogadas del Coronel sobre lo que él llamó: "la discontinuidad del yo". Argumentaba que el "yo" que había decidido casarse la semana anterior no era exactamente el mismo que nos lo estaba contando esa noche.

Creí encontrar ahí algo semejante a lo que estaba experimentando, así que -fijense la estupidez- llamé al Coronel para que me desarrollara un poco el concepto.

Obviamente, me contestó que esas habían sido afirmaciones del momento. El ya no pensaba eso.

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