Viajé doce horas en un miserable semicama de dos pisos. Al bajar estaba aturdida por el sueño. No sé si me pasé toda la noche en el último asiento franeleando con un desconocido o si lo soñé. Me cambié a las corridas y salí.

La primera persona con la que hablé, el señor X, me explicó que estaban sucediendo cosas muy raras. Por bien que colocara una pieza en el rompecabezas, un instante después, estaba al revés. Llevaba días observándolo. Ofrecía filmar la situación para que se le creyera. Yo le creía, sin embargo bien sabía él que cualquier persona razonable dudaría de su experiencia. Por lo tanto proponía:

- Oiga, todo lo que ha sucedido queda almacenado en el cerebro. Si sucedió, está registrado, así que se debe poder reproducirlo. Habría que encontrar la forma de rebobinarlo para que se vea. ¿Cómo podemos hacer, Doctora? ¿Algún artefacto? ¿Alguna reacción de neurotransmisores?

Por la noche soñé que toda situación se puede comprender descomponiéndola en tres partes elementales: Agente, Acción y Objeto. Intentaba practicarlo, pero cuando captaba la acción se me escapaba el objeto, cuando captaba el objeto se me escapaba el agente, y así... A las cuatro de la mañana preparé una jarra de café y renuncié.

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