El link de tentáculos que dejó Sacaría me llevó a dar un breve paseo por paginas para adultos. El resultado fue asombroso. Lejos de pasar una deliciosa noche conmigo misma, hice un descubrimiento catastrófico.

Con cierta dificultad, hace ya años entendí que lo que calienta a los seres humanos no es esencialmente el sexo opuesto. Lo demuestra suficientemente el hecho de que el sexo opuesto puede reemplazarse, con toda facilidad, por el mismo, otro, e incluso por seres de sexo absolutamente indeterminable. Queda flotando en el aire la amarga pregunta: si no es el sexo, ¿entonces qué es lo que lo pone a uno a jadear?

Ahora, luego de este paseíto, me quedó claro algo peor. El compañero humano en la cama puede reemplazarse -todo o por trozos- por cualquier cosa. La más loca lujuria puede producirse con animales de toda especie. Las delicias de la novia pueden encontrarse en una larga lista de objetos inanimados. Y ni siquiera nos queda el consuelo de pensar que con esos sucedáneos se disfrutaría menos. No. Ni remotamente.

Dios mío. Tuve que tomarme un ron para digerirlo. Pero es evidente. Lo que nos calienta, en esencia, no es humano.

0 comentarios: