La prohibición de fumar en lugares públicos me interesa menos que el sistema reproductivo del ñandú. Pero la basura mental lanzada a la calle por la norma, eso me pareció fabuloso:

1°) Los giles que acaban de descubrir su derecho a respirar aire puro y: ¡Se creen que lo han obtenido! (Diossss...)

2°) Los que creen que la legislatura acaba de salvarlos de una muerte horrible y dolorosa: ¡Feliz navidad! ¡Jojojo!

3°) Los típicos jetones, felices de poder censurar a alguien por cualquier cosa. Se arrepentirán apenas vengan por alguno de sus placeres.

4°) Los católicos medrosos que acaban de confirmar que el cáncer NO está latente en sus cuerpos: ¡Los tumores son el precio del vicio! Y sus propios tumores: ¡causados por la corrupción de sus conciudadanos en esta maldita Gomorra!

5°) Pero, sinceramente, lo más pertubador fue el brillo triunfal que ví en algunos ojos. Un brillo discreto, disimulado, pero triunfal. El de los que no disfrutan de nada y odian ver disfrutar al prójimo.

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