A las tres de la madrugada, gimiendo en la guardia de un hospital, recordé que ya hace seis meses que enormes acontecimientes se suceden en mi vida sin solución de continuidad. Grandes catástrofes y grandes conquistas mezcladas en una sopa casi sin sabor.

Perdido por perdido me fui a la puerta a fumarme un pucho temblando de frío y saltando de dolor. Sí, sí, pensé, a pesar de todo estoy en condiciones de declarar firmemente: "Aquí no ha pasado nada".
Después pensé con desasosiego:

"Es que soy una lagartija. Con los años me he convertido en una lagartija fritándose al sol. Nada más que un par de reflejos autonomicos: conservación de temperatura, localización de insectos.
Las bombas pasan silbando alrededor y la lagartija parpadea: no son comestibles; relevancia descartada.
El billete ganador de la lotería cae entre sus patas y la lagartija parpadea: no es comestible; relevancia descartada.
Con la panza sobre la arena, la lagartija solo quiere seguir achicharrádose al sol hasta reventar."

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