Querida Hades: me has tirado el guante y, para decir la verdad, me has roto el tabique de la nariz.
Desde hace una semana la segunda persona me persigue en forma de una frase dos veces robada. Yo la saqué de Victoria Accaramboni, de Stendhal. El a su vez, lo sacó de algún viejo manuscrito del 1600, o no sé de dónde, porque el libro ha desaparecido de mi biblioteca. Una pesadilla, Hades, esa frase en segunda persona se ha vuelto una pesadilla.

Unos sujetos enmascarados irrumpen en el palacio de la viuda de Orsini. Uno de ellos, el más cruel, busca a Victoria: "Ahora hay que morir", le dice. Y sin darle tiempo a nada la pincha con un fino puñal debajo del seno izquierdo. Después revuelve el puñal dentro del pecho, de un lado al otro, mientras le pregunta:
- ¿Lo sentís? ¿Sentís que os toca el corazón?

Con esa frase me persigue la segunda persona.

(NOTA: No hay metáfora. El crimen es histórico. No fue un acto pasional. No hubo más motivación que el poder y, de paso, un poco de anatomía.)

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