Pepe pasaba gran parte del día secándose con la manga la baba que caía de su labio inferior. Le decían el oligo y él se llamaba a sí mismo Oligo, vaya a saber con qué significado.
Un día se encontró un pedazo de tronco como del tamaño de un bebé. Lo envolvió en una mantita y lo cargó en brazos con mucho cuidado. Anduvo semanas preguntando cosas sobre troncos a la gente, hasta que se ve que llegó a alguna conclusión. Entonces empezó a decir que él era escultor en madera. Y se pasó los años siguientes cargando el tronco de modo permanente, excepto cuando lo arropaba en la cama a su lado para dormir. "Es mi oficio" -decía contento.
Alguien escribió -Faulkner me parece-, que todas las voces, los ruidos, los sonidos, todo se puede falsificar. Menos el silencio.
Uhg...
Publicadas por pequeño ofidio a la/s 6:57 p. m.
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