Estaba leyendo unas güevadas moralistas -bastante perversonas-, cuando me percaté de la cantidad de palabras que han caído en desuso en el lenguaje erótico común desde que no nos preocupa el infierno.

Lujuria / Concupiscencia / Voluptuosidad / Complacencia / Lascivia / Delectación / Impudicia / Inflamación / Rozamientos / Venéreo / Carnal / ... Y la lista puede extenderse al infinito si contamos expresiones compuestas.

Como les sucede a los esquimales con la nieve, la cantidad de palabras que se usan revela la cantidad de matices que se pueden percibir. O sea que jamás sabremos de qué nos estamos perdiendo.

El papa Benedicto tiene razón. A lo mejor habría que re-establecer un poco el infierno y arder. Un ratito nomás.

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