1) Bueno, en fin. Finalmente fueron cinco noches en la guardia, una en el quirófano y mucho, mucho dolor en vano. Ninguna reflexión, ninguna moraleja, ni siquiera una ocurrencia. El dolor nos vuelve miserables, mediocres y estúpidos.

2) Algo pasó. No sé bien qué fue, pero de pronto no quedó nada de mi agrado en la galaxia. Hasta hace poco el mundo estaba lleno de diminutas diversiones, jueguitos tontos, exactamente lo que a mí me encanta. Y ahora no queda nada más que la mugre por barrer, las cuentas por pagar, la cama por hacer. ¿Cómo es posible? ¿Por dios, cómo es posible?

3) El prójimo es como un televisor eternamente encendido. Ahí nunca pasa nada, pero uno no puede dejar de prestarle atención. Y un día terrible, cuando ya es tarde para todo, descubrís que no tuviste tiempo de hacer nada más en la puta vida.

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