Hace un año mi abuela Lala dijo que se sentía mal, se metió en la cama y no salió más. Los médicos le hicieron cientos de estudios y dijeron que no tenía nada, que se tenía que levantar. Pero mi abuela tenía un sólido sentido común:
- Oiga, usted no me va a decir a mí cómo me siento yo -respondió, y siguió en cama porque se sentía mal.


El mes pasado la fui a ver. Llevaba un año postrada y se parecía cada vez más a su esqueleto:
- Hija, no sabés lo podrida que me tienen... Qué me levante, que coma, que coma, que me levante. Todo el día con la cantinela... -una energía insospechada la alentó de pronto: - ¿Para qué quieren que me levante, me podés decir? ¡¿Para qué quieren qué coma?! ¡Porqué no me DEJAN DE JODER!

Ahora está en terapia intensiva, con un respirador que le mete aire en los pulmones contra su voluntad. Yo no volví, ni pienso volver a verla. Pero imagino que sé exactamente lo que está pensando.

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