Estoy asustada. Tengo tanto miedo que me masticaría un puercoespín vivo.
Estoy tan enojada, pero tan enojada, que respiro vidrio.
He estado así por más de una hora. Y ya estoy exhausta. Rompería la puerta a patadas de puro agotamiento.
Pero lo más terrible es la conciencia de que mañana todo esto habrá terminado y no me voy a acordar del asunto.
Ni siquiera vale la pena tomar nota. Es irremediablemente intrascendente. No tiene la menor importancia.

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