Saliendo por la puerta de atrás de la casa había un abrevadero de piedra entre la maleza. Se veían las marcas de la uñeta en la piedra. Recuerdo que me detuve allí una vez y me acluclillé a mirar y me puse a pensar en ello. Esa región no había tenido un período duradero de paz, que yo supiera. Pero este hombre se había sentado con su un martillo y una uñeta y había labrado un abrevadero de piedra para que durara diez mil años. ¿Porqué? ¿En qué tenía fe ese hombre?


He pensado mucho en ello. Lo pensé después de irme de esa casa hecha pedazos. Y debo decir que lo único que se me ocurre pensar es que su corazón albergaba una especie de promesa. Y no es que tenga ninguna intención de labrar un abrevadero. Pero sí me gustaría ser capaz de formular esa clase de promesa.

Cormac McCarthy (un poco compactado, sorry)

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