Saliendo por la puerta de atrás de la casa había un abrevadero de piedra entre la maleza. Se veían las marcas de la uñeta en la piedra. Recuerdo que me detuve allí una vez y me acluclillé a mirar y me puse a pensar en ello. Esa región no había tenido un período duradero de paz, que yo supiera. Pero este hombre se había sentado con su un martillo y una uñeta y había labrado un abrevadero de piedra para que durara diez mil años. ¿Porqué? ¿En qué tenía fe ese hombre?


He pensado mucho en ello. Lo pensé después de irme de esa casa hecha pedazos. Y debo decir que lo único que se me ocurre pensar es que su corazón albergaba una especie de promesa. Y no es que tenga ninguna intención de labrar un abrevadero. Pero sí me gustaría ser capaz de formular esa clase de promesa.

Cormac McCarthy (un poco compactado, sorry)


Hace ya más de un siglo, en varios quirófanos del mundo se materializó una escena onírica. El paciente despierto, con el cerebro expuesto tras una amplia craneotomía, conversaba con el cirujano. Este se situaba a sus espaldas, electrodo en mano, estimulando cada centímetro de corteza y registrando la respuesta.

Después de varias décadas los cirujanos le devolvieron su tapa al cráneo. Habían aprendido mucho sobre motricidad, claro, aunque para estudiar la motricidad es suficiente con las ranas.

El sujeto que buscaban entre los sesos frescos y parlanchines se les escapó por las circunvoluciones de la corteza como un pez resbaloso.


Hace ya más de un siglo que lo buscan: vivo o muerto.







El Sr. X parece un experimento del jardinero del hospicio. Lleva años con la misma ropa y en la misma posición, sentado bajo el mismo árbol. Además, la velocidad a la que gira la cabeza para saludar es bastante inferior al tropismo de los vegetales que lo rodean.

Pero el otro día sucedió algo. Por razones administrativas entró a la sala de profesionales.

Mientras se completaban los formularios el Sr. X observó con detenimiento las tazas de café, los recetarios, la rosca y los huevos de pascua que poblaban la mesa de sus médicos.

- Aaaaahh... -comentó sorprendido-: Acá es Pascua.

Indicó con la cabeza el jardín en el que vegeta desde hace décadas:

- Afuera es Vietman.




















Hojeando diarios viejos, encontré uno que decía que Porco Rex, el último disco del Indio Solari, era "más de lo mismo".

Pensar que yo salté contenta como una cría, ilusionada con encontrar aunque fuera un poquito más de lo mismo.

¿Será que los críticos cada vez que tienen una erección se encogen de hombros diciendo: "uff... más de lo mismo.."?

















La fiebre amarilla avanza silenciosamente en las provincias del norte.

Considerando como se violentan los vecinos de Belgrano ante la simple visión de la miseria, es obvio que no soportarían el horrible espectáculo de una epidemia.

¿Qué harán? ¿Declararle la guerra al Paraguay; esta vez para anexionarle a la fuerza los territorios apestados?