Lamento ser gráfica, pero el pimentero que me regalaron era exactamente como el de la foto. Dejé el paquete sobre la mesa, ya que no me urgía ponerme a cocinar. Al día siguiente no estaba más.

Lo busqué por todas partes. Al fin lo encontré, muy bien disimulado, en mi mesa de luz...

La señora que limpia en mi casa se ha ganado todo mi respeto: ¡eso es imaginación!

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