Es increíble la angustia que me ataca cada vez que algo falla. La cosa se demora, se complica, necesita arreglos y yo simplemente me largo a llorar desesperada.
Un poco deformados por las lágrimas, alcanzo a ver los rostros a mi alrededor. Oigo algunas voces distorsionadas que me dicen:
"Vos debés estar sensible por otra cosa."
"¡Ché, qué poca tolerancia a la frustración!"
"Dale, no te pongas así, ya lo vamos a solucionar."
Yo asiento con la cabeza mientras me ahogo en la desesperación del tiempo que se llevan las cosas.
Lloro tumbada sobre la mesa, desconsolada, por el tiempo esparcido en el vacío como polvo. No puedo parar de llorar por el tiempo que falta para tanta cosa.
Publicadas por pequeño ofidio a la/s 12:40 a. m.
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