Si alguien nos mirara


Primero pensó que necesitaba cambiar de apariencia. Gastó en ropa de un estilo totalmente diferente, prestó atención a la caída de las telas, a los cortes, a las formas. Cambió el tipo de zapatos, las combinaciones, los accesorios. Tinturas y cremas en el pelo. Horas en el gimnasio, vapor.

El cambio se notó pronto. Se veía diferente, pero no tanto. Hacía falta algo más. Se hizo unos retoques quirúrgicos en la cara, las piernas, los brazos. El cambio era impresionante, pero seguía siendo la misma persona.

Entonces, por fin, entendió la verdadera dimensión del asunto. Miró a sus espaldas, consiguió documentos falsos, cambió de oficio y se mudó a otra ciudad. Ahora piensa en cambiar de sexo, si encontrara la manera de hacerlo sin dejar demasiadas pistas tras de sí.

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Solo para mentes brillantes: rimar con apuestas de Campeones de la UEFA, tercetos en endecasílabos, por supuesto. Este es un entretenimientos ofrecido por la azafata del Kursk. Habrá más.

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